Cada uno de los doce pasos que comprenden esta antigua serie de ejercicios tiene la virtud de ejercitar la columna vertebral en diferentes sentidos y de trabajar la fortaleza y flexibilidad. Los saludos al sol trabajan el corazón, aumentan la coordinación, traen atención al cuerpo y al momento presente, calman la mente y elevan la energía por ser una práctica vigorosa. Este es un ejemplo, pero otras versiones pueden tener sutiles variaciones. Es importante incorporar una respiración consciente y controlada en cada postura, (siempre nasal) para generar una meditación dinamica.
Los saludos al sol no se consideran asanas propiamente, pues el significado primordial de éstas son posturas estables y cómodas; es decir, para que las asanas hagan su trabajo a profundidad, se deben sostener cómoda y establemente por unos segundos y hacer algunas respiraciones. Sin embargo, las ocho posturas que lo comprenden (pues algunas se repiten) son todas posturas clásicas de yoga.
Su nombre en sánscrito es Surya Namaskar: Surya es el sol, creador de vida y considerado por la tradición espiritual yóguica como una deidad. Namas puede traducirse como el acto de hacer una reverencia o adorar. Por lo que los saludos al sol tienen también una connotación mística, o al menos así es como lo veo yo: como un homenaje a algo trascendente, a la vida, a nuestra luz interior y al regalo de un nuevo día.
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